Ciencia y Arte del Virtuosismo Cultural y Mental: Júbilo ante la reivindicación de España: ¡Ya estamos en 8vos de Final!

lunes, 28 de junio de 2010

Júbilo ante la reivindicación de España: ¡Ya estamos en 8vos de Final!

Tal vez un poco tarde, dos días después para ser exacto, de la victoria de España sobre Chile, se me antoja escribir…  Bueno, en realidad más se debe a que me enfermé de los riñones, y los deseos de escribir se ven frenados por el tantito de dolor que me acongoja. 
De cualquier forma, entraré en materia.  En esta ocasión no intentaré analizar el juego, ni la alineación, ni las malas decisiones arbitrales, ni la mala maña con la que los chilenos se alzaron en contra de los españoles tratando de destrozar sus pantorrillas ya que no lograban destrozar su empeño, talento y su decisión, porque eso fue lo que demostró la Furia Roja.  Simplemente, hablaré de esta pasión que me embargaba a medida que transcurría el juego, y no es que España desconozca la sensación de los octavos o cuartos de final.  Ya logró un cuarto lugar en 1950, y en 1934, 1986, 1994 y 2002 logró entrar a los cuartos, y en 1990 y 2006 llegó a octavos, al igual que este 2010.  Humm, vuelvo a las cifras frías y me alejo de la pasión prometida.  Ante los desesperantes resultados de la fase clasificatoria, estar en octavos de final me renueva la esperanza en la Furia Roja.  Furia, cual sinónimo de violencia, pero en todo caso también de temor…  El temor que se apodera de sus adversarios al verlos jugar en sincronía y que los hace buscar formas de desarmarlos ante su inferioridad en cuanto a talento.  Rojo, la real marca de la pasión, esa pasión que nos hace olvidar nuestras debilidades y nos empuja a actuar, al ataque, a seguir adelante pese a los obstáculos, pese a las derrotas previas, a continuar para alcanzar la meta, el triunfo, la victoria.
Minuto a minuto, el partido transcurría, y mi espíritu se apuraba por presenciar la consecución de los goles.  Y cada vez que cayó la portería chilena ante la Furia Roja mi imaginación volaba y me hacía flotar sobre Pretoria, en Sudáfrica.  Me hacía celebrar cada uno de esos dos goles como si fuera Villa mismo, y sufrir cuando el acercamiento a la meta no se materializaba en una nueva anotación.  Y un poco de desesperación ante la anotación de los contrarios…  Pero fue esa misma pasión enrojecida por la furia la que me hizo perseverar, esperar con ansias la llegada del final.  ¡Y vaya final!  Una final que fue la reivindicación de España, el retorno al favoritismo, el resurgir de la furia, el renacimiento de la pasión por conquistar esta Copa Mundial por vez primera y llevar a España a la gloria.
Pero será un camino duro antes de llegar a cuartos de final.  El rival no es sencillo, y han habido encuentros históricos entre las dos selecciones.  Son vecinos, comparten la península ibérica.  Íberos y Lusitanos se enfrentarán por definir quién será el mejor, será un encuentro titánico, una lucha de gigantes del fútbol, de equipos de tradición.
Tocará esperar nuevamente, hasta ese martes sangriento.  Ninguno de los dos equipos se permitirá el lujo de perder, ninguno de los dos equipos desistirá de su lucha por alzar la Copa.  Ambos tienen posibilidades, pero España posee el talento, jugador por jugador, para coronarse como equipo campeón, y sé que lo demostrarán, porque tenemos garra, tenemos furia, y tenemos ¡pasión!

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